Falleció días atrás, a los 87 años, James Whitmore, uno de esos actores de carácter y físico reconocible que, como secundario en numerosos films, ayudaron a dar lustre al mejor cine clásico.
Neoyorkino de origen, en su juventud fue destacado futbolista y soldado en el frente del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. Pese a la oposición de su familia, decidió dedicarse a la interpretación, comenzando a aparecer en pequeños papeles en el cine.
Dentro de su nutrida filmografía destacaron sus papeles en notables títulos del cine negro, como Relato criminal (Joseph H.Lewis), La jungla del asfalto (John Huston) o Crime in the streets (Don Siegel).
Uno de sus papeles más recordados de su primera época, amén de uno de los escasos protagonistas a que tuvo acceso, fue el del clásico de ciencia-ficción de serie B, La humanidad en peligro, dirigido por Gordon Douglas.
Obtuvo además una nominación al Oscar y un Globo de Oro, en 1949, por su interpretación en el film bélico Fuego en la nieve, a las órdenes de William A.Wellman.
En los años sesenta siguió siendo una presencia habitual en notables títulos como El planeta de los simios, Tora Tora Tora o Brigada homicida. Cuando su estrella declinó continuó trabajando en el teatro (junto a su esposa Audra Lindley) y en la televisión (especialmente en la serie de culto, The twilight zone), espaciando mucho más sus apariciones en la gran pantalla, hasta que el director Frank Darabont lo recuperó del olvido, otorgándole el jugoso papel de recluso bibliotecario que acaba suicidándose al recuperar la libertad, en ese clásico moderno del cine carcelario que es Cadena perpetua. Whitmore aprovechó la oportunidad, recuperando cierta notoriedad entre el público cinéfilo más joven.
En los últimos años pudimos seguir disfrutando de su presencia en títulos con The relic, The majestic o algunos episodios de la célebre serie CSI.
Espero que haya un paraiso donde viven todos estos maravillosos secundarios que no hicieron soñar
tanto.
Alli este pequeño y gran hombre se reunira con tantos otros que le precedieron.
Gracias por haber existido.