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Posts Tagged ‘Con la muerte en los talones’

Aunque esté uno saturado y cansado del recurso fácil de las efemérides y los aniversarios más o menos redondos en el mundo del cine y la cultura, en ocasiones no queda más remedio que echar mano de ello para recuperar de manera ocasional parte de la visibilidad y atención mediática que parece perdida y preterida hoy día para el cine clásico.

Me gustaría recordar ahora los centenarios de tres rutilantes estrellas, de tres excelentes y carismáticos actores cuya efemérides ha tenido lugar en lo que va transcurrido del presente año.

SULLAVAN

Margaret Sullavan (1909-1960)

Sutil y carismática actriz del hollywood de los treinta, década en que fuera una de las más rutilantes estrellas de la pantalla, desde su debut en el film Parece que fue ayer, versión anticipada del clásico de Ophuls Carta de una desconocida, según el relato de Stefan Zweig, a lo largo de una notable lista de títulos, especialmente en el terreno del melodrama: Little man, what now?, Tres camaradas, The shining hour o The mortal storm (todas dirigidas por su dilecto Frank Borzage), So red the rose (King Vidor), So ends our night (John Cromwell), o Back street (en la notable versión dirigida por Stevenson, menos prestigiada que las de Stahl o David Miller). También destacó en el terreno de la comedia, dotada de una especial gracilidad, en títulos como The good fairy (Wyler) o, especialmente, el maravilloso clásico de Lubistch, El bazar de las sorpresas, junto a James Stewart.
Con una vida personal ajetreada (se casó cuatro veces, con gente como William Wyler o Henry Fonda, entre otros), eclipsada su estrella en los años 40 y 50, fallece prematura y accidentalmente con poco más de cincuenta años, víctima de una sobredosis de barbitúricos.

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James Mason (1909-84)

Dotado de una presencia magnética y de una memorable capacidad interpretativa, este actor británico sería uno de los más dúctiles e inclasificables intérpretes del cine clásico, capaz de alternar en su carrera el más desprejuiciado cine de género con papeles de mayor enjundia dramática.
Tras una carrera en su Inglaterra natal, donde podemos encontrar ya un ramillete de excelentes títulos como Perfidia, El séptimo velo, Larga es la noche o The wicked lady, Mason dará el salto a Hollywood en 1949, interpretando dos excelentes films firmados por Ophuls: Caught y The reckelss moment.
Convertido en un actor de prestigio, alternó divertidos papeles en el cine de aventuras, generalmente, gracias a su reverso tenebroso, como carismático malvado (El prisionero de Zenda, El príncipe valiente, 20000 leguas de viaje submarino -donde interpretaría al capitán Nemo-, el malvado de la hitchcockiana Con la muerte en los talones) con otros de mayor empaque en films como Pandora y el holandés errante, Operación Cicerón o la adaptación del shakespeariano Julio César, de la mano de J.L.Mankiewicz. Especialmente recordadas y valoradas fueron sus interpretaciones del alcoholizado y acabado Norman Maine en la versión de Ha nacido una estrella de George Cukor y Judy Gardland o del enfebrecido adicto a la cortisona de Bigger than life, dirigido por Nicholas Ray.
Entrados en los años sesenta, seguirá manteniendo su status de actor singular y prestigioso, dando un plus de calidad y excelencia a los más diversos films, entre los que cabría destacar Llamada para un muerto, La gaviota y Child’s Play (todas de Sidney Lumet), Los niños del Brasil, Viaje al centro de la tierra, Lord Jim, El hombre de McKintosh y, especialmente, la inconmensurable encarnación de Humbert-Humbert en la Lolita de Kubrick, junto a Sue Lyon y Shelley Winters.
Su último gran papel para la pantalla pudimos verlo en Veredicto final, también de Lumet, donde daba réplica a un también inmenso Paul Newman y gracias al cual, obtendría una tercera nominación al Oscar (las anteriores fueron por Ha nacido una estrella y Georgy Girl).
Poco después, en 1984, fallecería en Suiza. víctima de un ataque cardiaco, a los 75 años.

ERROL

Errol Flynn (1909-59)

Encarnación del héroe aventurero cínico y pletórico, juerguista y vividor cuyas andanzas y francachelas fueron la comidilla habitual de las páginas de sociedad del Hollywood clásico, legendario bebedor e infatigable amante. Decir Errol Flynn es evocar lo mejor y más inmarchitable del Hollywood clásico, el vitamínico y evocador cine de aventuras de los años treinta del que fuera una de sus mayores estrellas, el comprometido cine bélico y de resistencia antifascista con el que siempre colaboró, los fibrosos westerns dirigidos por Curtiz o Walsh, la química irresistible que era capaz de desprender al lado de femeninas partenaires como Olivia de Havilland, Ava Gardner o Maureen O’Hara.
Es dificil decir algo original de tamaña figura, sólo decir que siempre tendrá un lugar de honor en el olimpo de la historia del cine, gracias a interpretaciones como las de El capitán Blood, Robin de los Bosques, Objetivo Birmania, Edge of darkness, Murieron con las botas puestas, el halcón del mar, Gentleman Jim, Kim, La isla de los corsarios, etc… Verle era arder en inmediatos deseos de ser pirata o boxeador, de emular las andanzas y ademanes del general Custer o de Robin Hood.
En los cincuenta, achacoso, endeudado y depauperado físicamente, verá su estrella languidecer, pese a lo cual siempre mantuvo intanto su carisma y atractivo, en títulos pese a todo atractivos como Mara Maru, Las raíces del cielo, El señor de Ballantry, etc… Fallecerá prematuramente a los 50 años en Vancouver, víctima de un ataque cardiaco, dando lugar a un funeral que haría correr ríos de tinta en los mentideros cinematográficos y mundanos.

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En el blog Sin efectos especiales de 20minutos.com, leo una referencia a un artículo publicado en agosto en el diario El Mundo, que cuenta el supuesto descubrimiento de que el maestro Hitchcock realizó uno de sus habituales cameos en sus films travestido de mujer. Se trata de una aparición en Con la muerte en los talones.

Acompaño captura del momento del supuesto cameo de don Alfred, vestido de mujer, y el artículo del cronista Luis Martínez para El Mundo.

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¿Hitchcock travestido?

El director británico hizo su cameo número 38 en ‘Con la muerte en los talones’


Alfred Hitchcock , como genio indiscutible que era, tenía sus manías. Muchas, y alguna bastante curiosa: le gustaba aparecer como extra en sus películas. Ahora, 50 años después de rodar ‘Con la muerte en los talones’, se descubre que, en su minuto 44, sale él disfrazado de mujer.

Creo que es un guión espantoso, pues hemos rodado el primer tercio del filme, ocurren toda clase de cosas, y no comprendo en absoluto lo que pasa». De esta forma nada elíptica manifestaba Cary Grant su desconcierto durante el rodaje de Con la muerte en los talones. A su favor hay que decir que el interpelado era el mismísimo Hitchcock. Vamos, que no iba a espaldas del director, sino bien de frente. Lo curioso es que precisamente de eso, de alimentar el desconcierto, se trataba. Como confesó el gran Alfred a Truffaut: «Sin darse cuenta, ¡estaba utilizando una frase que figuraba en el guión!».

Valga el párrafo anterior, para dar cuenta de que, 50 años después, el filme sigue aumentando la mitología confusa que le asiste. Dígase de una vez: alguien lo suficientemente desocupado para analizar fotograma a fotograma la cinta ha descubierto un nuevo cameo de Hitchcock. Y ahora la pregunta: ¿Qué es un cameo? El director de vientre prominente gustaba de hacer una pequeña aparición en cada una de sus películas. Cualquier espectador desatento puede ver al director inglés en la misma película a punto de subir al autobús. La puerta se le cierra en las narices justo antes de que sí consiga entrar en el vehículo el protagonista, Cary Grant. Pues bien, exactamente en el minuto 44, en una escena que discurre en el tren, se ve a una señora vestida de azul que se parece sospechosamente a Hitchcock. ¿¡Una señora!? Conocida la misoginia, punteada de perversión, del cineasta (Tippi Hedren lo sabe bien), todo es posible. Lo único que no cuadra es que la señora en cuestión es morena. El fetichismo de Hitchcock se detenía en los cabellos rubios (Grace Kelly lo sabe bien).
La polémica, por supuesto, tiene entretenidos a un buen puñado de aficionados. De darse por bueno el cameo, el total de apariciones en sus 52 largometrajes ascendería a 38. Además, su aparición competiría con la de ‘Náufragos’ (1943) por el título de la más original. En esa otra ocasión (una cinta rodada íntegramente sobre un bote), aparecía en una fotografía de un periódico. Pero, la verdad, nada como ver al gran pervertidor de conciencias cinéfilas transformado en su mayor pesadilla: una mujer.

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